Después de haber perdido a gente que falsa y sutilmente lo acompañaba , de haber descubierto que había que moverse solo, que uno construye su camino, que los demás, cual extras de novela rellenan la escena; recién ahí comenzó a vivir, comprendió la esencia de la vida. Pero ese sentimiento de soledad lo aterraba no lo dejaba en paz, lo destruía por dentro y no lo compartía con nadie mas que su mente.
Solo se encontraba, solo como cualquier ser humano con vida útil, pero recién ahora se había percatado, lo había descubierto, recién. Y confiaba plenamente en ella como para decírselo, develar su secreto, aquel que junto con su niñez desgarraba su vida y lo acompañaría hasta su muerte, pero no lo creyó conveniente.
Caminaba por la calle observando a su alrededor los rostros de los seres circundantes. Los miraba queriéndoles transmitir su dolor. Quería que todos se dieran cuenta, que se percataran de la realidad, de la verdad escondida en su alma. Clavaba su mirada en los rostros. Rostros de niños subidos a los hombros de sus padres , rostros de mujerzuelas perdidas en el abismo, rostros de pares que notaba , buscaban lo mismo. Pero no podía decirlo, no sabia expresarlo. Se sentía dueño de un descubrimiento supremo, de la realidad de la vida y quería compartirlo con la humanidad. Miraba el cielo intentando comprender, pretendiendo respuestas, explicaciones y al unísono recordaba que el era su única respuesta, y no podía comprenderlo. No asociaba su reflexión, con lo cotidiano, con lo supuestamante impuesto por la sociedad.
Nushka Medvenko